• Hola, soy Stig Inrau, y esta es mi historia ...

    Hola soy Stig Inrau, un joven de 25 años al cual le gusta la lectura fantástica, épica y medieval, futurística, el realismo súcio, la generacion beat, y el simbolismo en prosa de finales del siglo XIX. Con este blog pretendo escribir pequeños relatos con los cuales me desahogo en mi tiempo libre, no pretendo que nadie me compare ni me asocie con ningun autor, ya que las influencias son variopintas y no existen dos personas iguales. Con él no tengo intención de que se me juzgue, ni de caer bien a nadie.. ni espero que nadie lea este blog, pero sinceramente, un blog es "bueno" a partir de cuando recibe críticas, insultos, y se le censura, como las mejores películas y las mejores obras. " El nacimiento y la muerte no son dos estados distintos, sino dos aspectos del mismo estado. Gandhi " Los episodios que describen mi vida se suceden, aunque no tienen porque estar relacionados, ni en un contexto histórico ni en contenido. El primer episodio, es el último del blog, del mismo modo que el último episodio que aparece al entrar al blog, es el primero que aparece.

Vance y la suerte absurda

Posted by Mordare On 7:26 0 comentarios

Había pasado la tarde en las afueras del poblado. Había buscado un lugar desvinculado a los ojos de los caminantes, y me situé justo al oeste, allí donde empezaba el boscaje y la poca espesura que había en ese infecundo lugar brindaba una bocanada verde.

Allí estaba yo, apostado, sentado en el troncho de un roble. Por su diámetro, pude calcular que tendría unos 300 años, casi un metro de ancho. Desde ahí veía el poblado entero. De lejos tenía la forma de una mancha de pintura, como si hubieran dejado caer las casas desde el cielo, sin ningún orden.

Tenía las llaves del Cadillac en mi mano y las sostuve durante horas con fuerza. De vez en cuando las miraba, pero procuraba no hacerlo pensando que podrían estar espiándome y cada vez me obsesionaba más. - Piensa, Stig - Me iba repitiendo. Cayó la noche.

Entrada la noche, el poblado desde la espesura era realmente precioso. Podía ver a mi izquierda el circo de los Faggioni resplandecer en la tenebrosidad de las calles. Las pocas farolas de aceite que arrullaban luz, hacían del poblado algo realmente misterioso y sobrecogedor.

No había ni puto rastro del Cadillac, ni tan siquiera había oído el rugir en la lejanía. Entonces, me acordé de Eva. Buqué en el bolsillo trasero de mi pantalón y saqué la arrugada tarjeta con las composiciones florales. - Que hija de perra.. - Me dije a mi mismo. ¿Me había engañado? ¿Había malgastado mi tiempo llegando a North Lake, para encontrarme con esto? ¿Dónde? ¿Quién era? ¿Era Eva realmente su nombre?

Bah, al fin y al cabo, eso no era lo que más me inquietaba en ese momento. Quería averiguar quién cojones era el hombre del traje. Quería saber porque me pidió que me fuera del pueblo. Sabía que no le gustaron mis preguntas ni que inquiriera de manera sarcástica cuando me agarró del pelo. Ese tío era más hijo de puta que yo, así que decidí que bajaría al pueblo a investigar todo lo que pudiera acerca de ello. Dejé mis pertenencias escondidas en unos zarzales cercanos al tallo del roble, y coloqué estratégicamente una piedra grande para identificar el lugar rápidamente.


Bajé al pueblo al galope, saltando las malas hierbas de los pastizales que descendían hasta una de las calles periféricas del pueblo. Llegué y me topé con una taberna. Obviamente había dejado las llaves del Cadillac en el bosque, asegurándome de que si me encontraba con el hijo de puta y sospechaba de mi, no encontraría nada si se planteaba registrarme.

Me encontré con una hilera de casas. En algunas se leían las siluetas de la gente, desde la ventana. Pasé una por una, mirando por las ventanas, como buscando algo, o alguien. Todavía no sabía que cojones estaba haciendo deambulando a esa hora por la calle. No había nadie. Pasé cerca de una marquesina empapada y llena de barro y un simpático perro me dedicó unos ladridos hasta que le lancé una piedra del tamaño de una patata en la cabeza. Dejó de ladrar y me sentí satisfecho.

De vez en cuando oía un ruido tras de mí, pero pensé que era mi imaginación y la paranoia. Más tarde pude ver que estaba siendo acechado por un gato desgreñado, de color ceniza, que imaginé, lo único que quería era algo de comida. Me acordé de mi casa y del gato que se paseaba por la comisura del muro que separaba mi mundo y el de mi vecino, en busca de comida en los contenedores emplazados a la altura de la acera.

Tras caminar por todas las calles de North Lake, caí en la cuenta de que habría mirado por el 80% de las ventanas con luz, en las cuales no había visto nada sospechoso. El otro 20%, o no tenían luz, o tenía las ventanas cerradas. Solo me quedaba el circo. Lo tenía a unos 140 pasos en línea recta, así que me dirigí hasta allí. A medida que me acercaba podía oír el rugir de lo que en un principio identifiqué como un dispositivo irreconocible, y que a medida que me acercaba supe que se trataba de los gritos de asombro, consternación y sobresalto de los visitantes. Me sentí gilipollas cuando me iluminé y relaciné. Claro, no había gente en la calle, porque la gente estaba disfrutando de la función de los Faggioni. Me entró el instinto fisgón y enseguida me vi rodeando la carpa principal en busca de una entrada. La entrada principal estaba cerrada. Finalmente dí con una puerta que estaba abierta. La abrí, y caminé por un pasillo. El ruido se intercalaba, entre silencios y gritos de fascinación y asombro. Pude imaginarme a los Faggioni haciendo de las suyas en cuanto oí una voz que me resultó realmente familiar;

- .. Y ahora señores y señoras! El número más esperado por todos vosotros, el inigualable, el inimitable, un regalo de los Dioses! .. Desde Europa, el hombre que es capaz de adivinar cualquier intención, cualquier secreto! Capaz de adormecer hasta el más rudo leñador.. ! - Se hizo un silencio y resonaron los tambores progresivamente. En ese momento estuve apunto de apartar el telón, cuando de pronto noté una mano en el hombro y me di la vuelta.

- Sé lo que estás pensando sabandija, así que no se te ocurra mover un pelo - Me susurró.
- .. ¿Qué coño?! - Me quedé sin aliento y me caí de rodillas mientras me llevaba las manos al cuello.
- Vas a dormir un rato cabrón. Luego ... estaré.... por ... - Perdí el conocimiento antes de poder entender lo último que fuera a decirme.

Me desperté atado de manos y pies a una silla. Apenas me circulaba la sangre por las muñecas y estaba empapado de sudor. Me dolía la cabeza y era de noche, apenas había luz en esa habitación y estaba desconcertado. Forcejeé con las cuerdas para intentar liberarme pero fue en vano. Entonces me quedé en silencio y paré la respiración pretendiendo recrudecer mi oído, pero no oía más que el zumbido del viento contra las ranuras abiertas entre la madera podrida. En ese momento supe que estaba encerrado en una de las casas del pueblo. Pero no sabía cómo había llegado allí, no recordaba nada. Lo último que recordaba era notar que alguien me ponía la mano en el hombro, y sentir como me desplomaba.

Me quedé sentado, una hora, dos, quizá fueran tres horas. Tenía los músculos entumecidos. No estaba seguro de si quería que en ese momento entrara alguien y me viera así, me rescatara, o me terminara matando... Pensé, y pensé. Intenté buscar una relación entre todo lo que había vivido hasta ese momento en North Lake, con lo que me acababa de ocurrir. Pensé en el hijo de puta trajeado, en Eva, en el Cadillac, en las llaves del Cadillac, en los Faggioni, en el gato ahumado, pero no lograba descifrarlo. Finalmente ocurrió.

Oí un golpe en una de las paredes de la casa. Afiné mi atención. Oí otro golpe en la misma pared. Parecía el ruido de unas piedras, alguien estaba tirando piedras en la puta pared del chamizo de mala muerte. De pronto oí unos pasos. Eran pasos ligeros, corrían hacia la casa más rápido que una liebre, y de pronto golpeó la puerta. Miré hacia la puerta y de pronto, algo obstruyó la poca luz que entraba por un agujero que había cercano al pomo de la puerta.

- Bst! Bst! - Era la voz de un niño - ¿Estás ahí? Bst! Eh, tú!

De pronto y sin tiempo a articular una palabra, la puerta se abrió de un golpe descolgándose por la parte superior a causa de la fuerza con la que se había abierto, y golpeando la pared con tanta violencia que me provocó que me cayera de espalda. Me había dado un espasmo.

En ese momento mi cuerpo quedó tendido en el suelo y mi vista apuntaba la techumbre de la barraca. Oí crujir la madera y el niño apareció de pronto delante de mis morros. Me miró y me sonrió.

- Te voy a sacar de aquí - Me dijo.
- Joder, te quiero - Le dije mientras me sosegaba - ¿ Quién eres tú ?
- Vance - Murmuró mientras desanudaba las cuerdas.

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